lunes, agosto 22, 2005

Carta a un tesoro

Mis instintos paternales salen a la superficie con toda su fuerza cuando siento que una estimada y preciosa persona amiga mía, por lo menos eso es para mi, esta cometiendo errores que a lo largo de su vida la pasaran factura, lo que me produce muchas ganas de aconsejarla, sin llegar a ser sobre protector e intentando no presionarla al hacerlo, algo que no se como llegar a conseguir sin herirla.

Es muy difícil ver desde la barrera como comete los mismos errores que otros jóvenes, con el miedo metido en el cuerpo esperando que esos vicios no se conviertan en costumbre. Ella dice que lo tiene controlado pero se que no es así del todo, porque yo mismo tengo una adicción, y se como es esto, ahí veces en que tu puedes controlarlo y otras en las que ella te controla a ti, y lo dice una persona con mucha fuerza de voluntad.

He reprimido estos pensamientos por miedo de sobrepasar mis límites o a que ella se enoje. Probablemente este sobrestimando el valor de mis pensamientos, aunque dicen que soy buen consejero y se escuchar, además de considerarme una persona sincera que dice lo que piensa, intentando no esconderme detrás de mi timidez, aunque a veces sea mal interpretado.

Me gustaría poder enviarla esta carta, pero no puedo. Quiero contarla, decirla, confesarla estos pensamientos. El simple hecho de que lea estas palabras, actúa como un bálsamo sobre mi alma atormentada y solitaria, dejando esta de obsesionarse con la idea de la perdida, de la soledad.

En esta vida hay personas que son un autentico tesoro, que no están a simple vista y que hay que buscar. Un día sin buscarlo me encontré un tesoro... que deseo no se extravíe.